PATRIMONIO DE BAILÉN -13. CORTIJO LA TOSCANA


Una parte muy desconocida de la arquitectura civil y cortijera de Bailén, lo encontramos en La Toscana. Pertenece a la familia Corchado, desde hace décadas y en él se encuentran, supongo, muchos vestigios de la historia de Bailén. Debido a un trabajo fenomenal, titulado: Cortijos, haciendas y lagares. Provincia de Jaén, encontramos en el mismo mucha documentación y fotografía que será del agrado de mucha gente. Esperamos que hayamos podido saciar, un poco, la curiosidad de las gentes de Bailén, hacia ese cortijo.





Cortijo la Toscana 
Bailén

ÁREA: Campiña
SITUACIÓN: UTM 30, 428551-4212952
USOS: explotación mixta de olivar, cereal y ganadería complementaria.
Tuvo molino aceitero de dos vigas.



Situado al sudoeste de la población de Bailén en un paraje en el que coexisten tierras de labor y olivares, la Toscana constituye una zona arqueológica de gran riqueza dentro del término municipal, donde se han encontrado restos que van desde el Bajo Imperio en época romana, cuando está documentada la existencia en el lugar de una villa y quizá de un primitivo oratorio cristiano, hasta la Edad Media, en que se data una alquería. En respuesta al cuestionario del geógrafo Tomás López, el párroco de Bailén Juan Pedro de la Chica escribía en 1780 que en la «Toscana hay vestigios de la antigua ciudad llamada Cotina, en tiempos de los cartagineses». De aquí proceden varias inscripciones descubiertas por Elías García Tuñón y Quiroz en 1877. Respecto a la obra del cortijo y la finca, un letrero en el interior de su oratorio indica que «Se izo esta iglesia a devoción de D.n Manuel de Aguilar A[ño] de 1770 Fue el primer (...) el S.r Don Pedro Vicente Soriano y Aguilar»,
lectura que permite situar la construcción básica del conjunto hacia el año aludido de 1770, promovido por Manuel de Aguilar, al que sucedería Pedro Soriano y Aguilar, vecino de Bailén de quien se declara su hidalguía en 1796, miembros de un destacado linaje de la citada villa. De hecho, la cartografía de finales del siglo XIX y principios del XX recogía aún este asentamiento con el título de Cortijo de Don Pedro Soriano, para volver a aplicarle después la primitiva denominación de su emplazamiento geográfico de la Toscana, que es el que hoy recibe. La presencia de un molino aceitero de viga en el edificio dieciochesco de la Toscana es ya un claro indicio de la expansión del olivar en este municipio a fines de la Edad Moderna, fenómeno que corrobora el dato aportado por J. J. Villar al citar que en 1780 las propiedades del conde de Bailén incluían una «Haza de la Toscana, junto al sitio del mismo nombre, la que hace poco se plantó... con 818 estacas», reflejando el avance olivarero en un área donde hasta entonces habían prevalecido las tierras de sembradura.



Este histórico establecimiento destinado a la explotación cerealista y olivarera con el complemento de la ganadería porcina consta de dos unidades edificatorias próximas entre sí. Al pie de la ladera, en el límite de la tierra calma con el olivar, se sitúa el núcleo principal, que ocupa un solar rectangular con dos patios, dejando a su alrededor otro patio delantero y un área ajardinada en un lateral. Articula un conjunto de sobria elegancia que debe su rotundidad a sus paramentos encalados con escasas y reducidas aperturas, a la solidez de sus fábricas de piedra sillar vista en la capilla y antiguo molino, al recercado de piedra de sus vanos, a los arcos de medio punto de algunos de sus huecos de paso y a la homogeneidad de sus amplios faldones de teja. El acceso da entrada a un primer patio empedrado, con la vivienda de los propietarios en un costado, con una primera crujía de una planta, y en los restantes, otra vivienda, también de una altura, la almazara, un horno y el cuerpo, de dos plantas, con el granero y pajar.
Al otro lado del patio,


la casa de los dueños asoma a una dilatada lonja ante la que se extiende el jardín, disponiéndose en línea con la fachada del oratorio. Labrada en piedra y con contrafuertes triangulares en su muro externo, la capilla presenta portada de arco circular con ménsula en la clave, óculo y espadaña con frontón recto, y en el interior, coro, nave con bóveda de lunetos y arcos con placas recortadas, en su mayor parte simulados a base de molduras, hornacinas y altar de orden clásico con frontón partido. A la vuelta de la ermita y hacia la trasera del cortijo se prologa el área ajardinada, adornada por hileras de columnas con capiteles.
Gran interés reviste el antiguo molino de aceite, en origen de dos vigas, con sendas capillas con los maderos de las vírgenes bajo el muro de contrapeso, y el empiedro con una muela cilíndrica entre ambas, al estilo de tantos molinos tradicionales de municipios cordobeses. En el pavimento se observan las regaifas, la piedra donde se armaba el cargo para el prensado, y los canalillos que conducían el aceite obtenido, contemplándose asimismo una estructura de cubierta de madera de par y nudillo.



 Un pasaje cubierto a través del bloque del molino conduce al segundo patio, donde se hallaban las cuadras, en uno de cuyos flancos se prolonga la pieza de graneros, pajar y otra vivienda. El costado de esta pieza hacia la fachada se abre a un espacio empedrado con un pilón y delimitado por un murete.
A escasa distancia en una elevación sobre la colina está el segundo núcleo del cortijo, un conjunto subsidiario de planta en U y una sola altura en el que la topografía impone la necesidad de tramos cortos de escalera. Corresponde a las antiguas zahúrdas, almacenes, cocheras y otras dependencias de servicio, junto con alojamientos de trabajadores.



Por los datos indicados y los rasgos estilísticos y arquitectónicos de construcciones como la capilla o el molino, este cortijo se relaciona con el grupo de edificaciones tradicionales de olivar que discurre por los términos entre el valle y Sierra Morena a caballo de las provincias de Córdoba y Jaén, como Montoro, Marmolejo o Villanueva de la Reina, de las décadas finales del siglo XVIII, cuando el olivar experimentó un sustancial progreso por estas comarcas.
 


Arriba, antiguas casillas de trabajadores junto al núcleo ganadero en la periferia del Cortijo la Toscana; izquierda, nave del molino de aceite hacia la cabecera, con las capillas para alojar dos prensas de viga.
 



PIE DE FOTOS

Entre fotos 1 y 2: Cortijo la Toscana, entre tierras calmas y olivares.
Foto 3: Fachada y acceso principal del cortijo.
Foto 4: PLANTA DE ACCESO 1 entrada principal; 2 patio; 3 vivienda de caseros; 4 señorío; 5 capilla; 6 lonja y jardín; 7 granero; 8 molino con prensas de viga; 9 cuadras, pajar; 10 patio de molino y de cuadras; 11 corral.
Fotos 5 y 6: Izquierda, patio de entrada con el portón, horno de pan y escalera del granero; sobre estas líneas, fachada de la casa de los propietarios ante el patio de ingreso.
Foto 8: Señorío y fachada de la capilla hacia el jardín.
Fotos 9, 10 y 11:  Interior de la capilla hacia los pies del oratorio, con la entrada bajo una tribuna y vista de la misma hacia el presbiterio.
Derecha, leyenda en uno de los muros del oratorio alusiva a su construcción en 1770.
Fotos hasta el final: Bloque del antiguo molino aceitero desde el patio de trojes y cuadras.







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